sábado, 28 de abril de 2012

Editorial

Si lxs sapiens  llevan alrededor de 200 mil años en el planeta, solo fue hasta hace más o menos 10 mil años que el descubrimiento de la agricultura permitió acumular los excedentes de alimentos necesarios para permanecer quietxs en un lugar, sin que esto representara necesariamente una mejora en la calidad de vida. Es a partir de este momento que sacerdotes y guías incrementan su poder gracias al control y administración de las cosechas, y empieza el sometimiento del resto de la población a trabajos forzados en el campo de cultivo y en la construcción de templos para adorar a dioses y palacios para los líderes.
Una posible interpretación del mito bíblico del génesis, especialmente lo relativo a Caín y Abel, tiene que ver con la domesticación de las plantas y el desarrollo de la agricultura. Al parecer a Dios no le agradaba la agricultura porque modificaba el entorno (al hacerse necesaria la tala de árboles) y obligaba a una parte importante de la población a realizar trabajos forzados.  Esto explicaría el desprecio que Dios hizo a Caín cuando éste le ofrece los frutos de su trabajo,  y la condena que le
impone después de que matara a su hermano Abel. Caín es desterrado, enviado a vagar por el mundo, como antes lo habían hecho sus abuelos, condenado a vivir con lo puesto,  jamás volvería a herir a la madre tierra.
La humanidad en su conjunto sí que siguió labrando la tierra, estableciendo ciudades en torno a los campos de cultivo, y desapareciendo conforme se gastaban los suelos o se acababan los recursos. Estos necesarios desplazamientos facilitaron el intercambio con otros pueblos, conocimientos y semillas de lo más variado se expandieron por el planeta entero, sin ellos hoy España, por poner un ejemplo, carecería de la naranja, del arroz, de los números  y otras cosas que trajeron los árabes, y del tomate, aguacate, papa, maíz, pimiento, tabaco,       cacao etc., que sus soldados descubrieron mientras masacraban a las poblaciones indígenas del Abya Yala (América).
Pero no todos estos desplazamientos han sido voluntariamente elegidos, a través de la historia ha habido innumerables desplazamientos guiados por los intereses económicos de unos pocos, entre los más vergonzosos se encuentra el tráfico de esclavos que la Europa imperial realizó secuestrando hombres, mujeres y niños de las poblaciones del África negra, para después destinarlos al trabajo en las plantaciones de algodón, caña de azúcar, tabaco, etc. que habían implantado en el nuevo continente, después de robar las tierras de la población local, destrozando los medios de vida agrícolas  y desarrollando una agricultura de  exportación de consecuencias ambientales desastrosas para el planeta entero.
A día de hoy las cosas poco han cambiado, millones de esclavos realizan un desesperado viaje hacia los países del norte rico en busca del trabajo que les permita sobrevivir, las únicas diferencias significativas radican en que en los tiempos que corren es el esclavo quien se costea el viaje, la comida y la vivienda. Ahí se encuentran con el desprecio de una parte de la población local que enferma de prejuicios históricos, desinformada y manipulada por los medios de comunicación es incapaz de ver que son el capital y el estado quienes hacen tremendo negocio explotando una mano de obra que no les ha costado un centavo.
Resiste el deseo de encontrar un mundo mejor, de salir a buscarlo fuera de casa, fuera del pueblo o del país, en lo diferente. Resiste también el deseo de encontrarnos para compartir, como lo hacen las tortugas, los pájaros y otros animales, es algo inherente a nuestra condición de humanxs, es algo superior a cualquier ley de extranjería.

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