lunes, 15 de agosto de 2011

Flor de Chipilín

Se marchó abril y con él, el canto agónico de las chicharras, se apagan las luciérnagas, ellas también en lenta retirada se despiden del verano, dejan atrás los días de perpetuo bochorno, de las quebradas y nacimientos secos. Con él se fueron también la flor de pito, la flor de San Andrés y los matasanos. Las polvaredas aplacadas con palanganazos de agua. Los días de sed y sequías para bestias y humanos.
En el umbral luce autoritario mayo, con sus aguace-ros, con sus cantarazos de agua, con sus lodazales, retumbarán las quebradas y los nacimientos rebal-sarán de agua. Reverdecerán los cerros, el zacate crecerá, y en aquellos potreros engalanarán el pai-saje el amarillo de la flor del chipilín, los chaparrones y los palos de jocote en flor. El olor de las chiliguas aromatizará las tardes de horizontes emponchados de un gris color piedra de río.
Abundará el agua en La Pilona, en los estanques. Los guayabales florearán, el quilete y el bledo, las guías de ayote y de güisquil, el frijol camagua espe-rará ansioso la cosecha de junio.
Quiero pensar en un mayo así, alborotado con los zompopos y los ronrones, de hormigueros y zancu-dos, de mosquitos y lombrices. De noches frescas y amaneceres borrachos de neblina.
No quiero pensar en el mayo y en el invierno de des-laves, de derrumbes y de ríos y quebradas salidos de su cauce, de árboles talados y de calles destrui-das con corrientes de agua. De casas destruidas y tejas quebradas, de adobes y de palmas. Más que una estación de seis meses, el invierno es un fantas-ma latente del mal que le estamos haciendo los humanos a la madre tierra, con la tala de árboles, con los vertederos de basura en cualquier lugar, con los químicos que contami-nan el agua de los ríos.
Mi alma soña-dora a veces prefiere no despertar en la realidad, y to-parse con el olvido de la reforestación y el humo negro de automotores con dueños despreocupados por el aire que respiran. No quiere despertar al mundo real y palpable, en el que la tecnología y la moda y el Ego y el dinero son quie-nes dominan la consciencia humana, no quiere en-frentarse al mundo banal en que vivimos los huma-nos, que por especialidad somos auto destructores, estamos terminando con nuestro planeta, el único que nos prestaron para vivir, porque ni siquiera nos pertenece, no es nuestro, no es de nuestra propie-dad, por ende en una alterada conclusión tampoco cuidamos lo ajeno.
Tal vez todas y todas estemos acomodados en algún lugar de nuestro quinto sueño, algunas-nos caminando sonámbulos, otras-tros soñolientos, ninguna-no consciente de lo que hace, de lo que vive, de que respira, porque todo, es función au-tomática del cuerpo que nos prestaron para vivir. Tal vez cuando despertemos y la alarma del reloj despertador suene, ya será demasiado tarde, para reforestar, para purificar el agua de los ríos y llenar de agua los extinguidos nacimientos.

Agonizantes y en aglomeraciones buscaremos som-bra en donde no habrá árboles ni para oxigenarnos ni para contener el agua en la tierra. Añoraremos los inviernos rebosantes de verdes tonalidades, de abundante agua en los ríos y de noches frescas. La comodidad se extinguirá al igual que la vida banal y el Ego y la inconsciencia. Nos convertiremos en bes-tias luchando por la sobrevivencia, nos mataremos unos a otros, los más poderosos ganarán o las ma-yorías serán las que  en esta lucha logren por fin con-quistar la justicia.
Viviremos uno a uno la metamorfosis, pensaremos en el “hubiera” y el Ego se reir| de nuestra miseria humana, la tecnología no servirá de nada, ni los automotores con su humo negro, porque hasta el petróleo se extinguirá, ni los celulares con sus mini-computadoras, ni la banalidad de la ignorancia humana.
Entonces solo entonces, ya despiertas-tos todas-dos en la realidad cruda de nuestro cinismo, sabre-mos que lo que hicimos en el pasado –lo que esta-mos haciendo ahora- tubo sus consecuencias fata-les, destruimos un planeta, y la raza humana agoni-zará purgando sus culpas. Nuestra realidad será convertida en una película de ciencia ficción en don-de nosotras –tros y nuestra ingratitud con el plane-ta seamos las y los protagonistas, ningún público la ovacionará, no habrán críticos ni alfombras rojas, porque pasara lentamente frente a nuestras retinas distorsionadas por el veneno del irraciocinio, el hambre y la sed. Algunos nostálgicos y campiranos tal vez alcancemos a añorar el mayo y los inviernos empachados con la flor del chipilín.
Por: Ilka Ibonette Oliva Corado.
Mayo 03 de 2011., Estados Unidos
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