sábado, 28 de abril de 2012

El Sueño Americano (una historia)



Era un día como los demás, podría decirse, pero la verdad jamás sería como los demás, pues era el día en que decidí salir de lo que reconocía como hogar, una pequeña casa de adobes, con un techo de teja, suelo en ausencia de piso, era mi hogar como el de muchos amigos, donde compartíamos con mi madre y mis dos hermanitos, como es común en mi país, mi hogar no contaba con un padre, el pilar de toda familia, de todo hogar, la situación como también ha sido común en nuestro país, era precaria, no pude terminar la escuela, apenas estudié hasta sexto grado, tenía que trabajar para ayudar a mi mamá y poder traer el sustento a nuestra casa, era muy difícil a mi corta edad tener sueños y responsabilidades tan grandes, en un país sin oportunidades, se podría decir que eran los motivos por los que decidí buscar el sueño americano, ya en el pueblo se escucha hablar de los paisanos que habían arriesgado la vida por llegar al norte,
pero había valido la pena porque estaban ganando muy bien ya que se decía que la moneda del norte valía hasta 5 veces más que la nuestra, yo nunca entendí porqué una moneda podría  valer más que la nuestra, pensaba que tal vez era por el tipo de papel o los colores que tenía, era raro para mí. Era pues un día de verano, el viento soplaba fuerte, lo recuerdo claramente, era como si el viento me regresara con sus fuertes brazos, no sabía si despedirme de mi madre o no, puedo decir que ha sido la situación más difícil que he pasado en mi vida, dejar a aquella mujer, aunque de consistencia fuerte, con el alma hecha pedazos, pues parecía que era la segunda vez que la abandonaban, la travesía había empezado, nos juntamos un grupo de 15 personas, entre ellas una jovencita muy agradable, pero con una inocencia que se podía ver a leguas, recuerdo cada paso que dimos, cada noche, pues en momento parecía que iba a ser el último respiro de mi vida, fue tal como los demás lo contaban, una lucha entre la vida y la muerte, llevábamos ya 5 días sin comer, y hacía ya un día que se había agotado el agua, llegamos a un lugar donde nos metieron a una casa grande a todos, para descansar nos llevaron agua, nada más, pero llegada la noche algo sucedió, el coyote entró acompañado de otras dos personas, tomaron del brazo a la joven y se la llevaron, nunca más la volví a ver, en ese momento vino a mi mente un relato que contaba un señor en mi pueblo cuando él viajó al norte, decía que los coyotes vendían a las jovencitas en México para prostituirlas, hubiese querido hacer algo, ella tenía el mismo derecho que los demás de llegar al norte, ella también había pagado por ello igual que todos nosotros, pero me sentía una basura por verme imposibilitado de actuar, pues si lo hubiera hecho hubiesen acabado con mi vida en ese momento. El sol alumbraba un nuevo día, en esos momentos ya me consideraba otro, creo que es parte de la enseñanza de la vida, que te moldea según tus vivencias, se llegó el momento de cruzar la 
frontera, tuvimos que pasar un río, las aguas estaban muy heladas, lo que me trajo a mi mente una de tantas veces en que dormía bajo el abrigo de las noches aserenadas en mi pueblo cuando me tocaba ir con mi tío a cuidar el maíz para que no se lo robaran, a medio río logramos divisar las luces de una patrulla de migración lo que nos hizo regresar. El siguiente día lo intentamos nuevamente, logrando con éxito pasar la frontera, ya me encontraba pisando tierra norteamericana, pero aún mi primo tenía que pagar al coyote la otra parte de dinero, para dar por terminada esa página de mi vida. Tardé un tiempo en acostumbrarme y empezar a hablar un poco el inglés, con mucha suerte logré conseguir trabajo rápidamente, cortando grama en las casas de los gringos, los primeros meses recuerdo que enviaba dinero cada mes a mi madrecita, pero luego no sé qué pasó, ni yo sé qué pasó, parece que la vida del norte cambió mi forma de ser por completo, ya no me preocupaba por mandar dinero a mi madre, me corté el cabello por completo, y por si fuera poco ya empezaba a conocer un nuevo mundo, el mundo de las drogas, la vida aquí ya era diferente, el mundo me presentaba otra forma de vivir con lujos que no podía darme en mi pueblo, los años pasaron, hasta que unas líneas escritas en un papel que me hizo llegar mi primo destrozaron mi alma por completo, mi madre   había muerto, mientras me encontraba a miles de kilómetros, por segunda vez en mi vida volvía a sentir una incapacidad como la de aquella vez cuando se llevaron a aquella joven, mi vida perdía el sentido de ser, decidí volver a la tierra que me vio nacer. Y cuando me encontraba frente a aquella pequeña casita de adobes y teja, ya de vuelta, con un nudo en la garganta, con el silencio de la ausencia de amor, me vide por un momento en esa casita con mi madre con mis hermanos con poco menos que el alimento pero con el corazón rebosante de amor, con las caricias que solo una madre puede brindar, sin el maldito espejismo del sueño americano. 


por: El Gemelo

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